EVANGELIO DEL DÍA

 Domingo 5 de febrero

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,13-16):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».

Comentario:

La sal en la ley judía  prescribía en cada alimento de ofrenda presentada a Dios, como signo de alianza. La luz, para Israel, era el símbolo  de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos por lo tanto reciben una misión: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar, hace fecunda a la humanidad. Todos los bautizados, somos discípulos y estamos a ser en el mundo un Evangelio viviente: daremos "sabor" y llevaremos la luz de Cristo con el testimonio de una caridad genuina. Pero si los cristianos, perdemos el sabor y apagamos la luz, perderemos la eficacia.


Si nunca se nos apaga la luz, no se nos acabará el "sabor" del Cristianismo.


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