EVANGELIO DEL DÍA, SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

DOMINGO 12 DE MARZO

Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,1-9):


En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.

Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

Comentario:

La página evangélica nos cuenta el evento de la transfiguración, que se coloca en el ápice  del ministerio publico de Jesús. Una nube blanca los envuelve y resuena desde lo alto la voz del Padre: Este es mi Hijo el amado. escuchar a Cristo, de hecho comporta asumir la lógica de su misterio pascual, ponerse en camino con él. El camino de Jesús siempre nos lleva a la felicidad, habrá en medio una cruz o las pruebas, pero al final nos lleva a la felicidad. Jesús no nos engaña. Nos prometió la felicidad y nos la dará si seguimos su camino.

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