Cuaresma con los Negros 2020: Antonio Castillo Lastrucci, nuestro imaginero

Se formó en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios
Artísticos de Sevilla y se decía de él que estaba totalmente dedicado a su
trabajo, pues quienes le conocieron aseguran que «no gustaba tanto de cafés
como de encerrarse en su taller». Quizá, por ello y por su valía como imaginero
que le hicieron ganar varios premios, en 1915, la Diputación de Sevilla le concedió
una beca para estudiar en Roma y París y, también, siguió formándose en Madrid.
Su primera obra para las cofradías sevillanas fue el Misterio de la Bofetá en
1922. De sus misterios se ha dicho que poseían una sorprendente capacidad
narrativa, pese a la sencillez de sus composiciones donde siempre prima la
intención de impresionar a golpe de vista. También se ha valorado más que
sobradamente sus Vírgenes, llamadas «dolorosas castizas», fruto de una
sensibilidad estética que, según él mismo dijo, «trato de tomar del modelo vivo
lo esencialmente humano y luego divinizar la expresión».

Y puesto en valor el gran patrimonio que Castillo Lastrucci dejó en
nuestras manos, ¿os gustaría ver los contratos que hizo nuestra Hermandad con él para el
Cristo del Sepulcro y La Piedad?
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